Apaga un incendio en un tranvía con un extintor: era dentista
A primera hora de la mañana, mientras Sevilla empezaba a desperezarse entre tostadas con aceite y cafés con leche, un suceso inesperado interrumpía la rutina de los viajeros del Metrocentro. Las llamas, tan imprevistas como el destino, se colaron por el techo de un tranvía que cruzaba la ciudad, dejando tras de sí una columna de humo espeso y una historia digna de contarse con pausa y precisión. Porque el héroe del día no fue bombero, ni conductor, ni agente del orden. Fue un dentista, de esos que cada día arreglan sonrisas y que, llegado el momento, también apagan fuegos.
El incidente: fuego sobre raíles
El doctor Javier Acero, odontólogo de profesión y vecino de la avenida San Francisco Javier, había salido unos minutos de su consulta para desayunar, como hace cada día, cuando un chispazo seguido de una llamarada le hizo girar la cabeza. El origen: el sistema de catenarias del tranvía, esa red eléctrica aérea que tantas veces pasa desapercibida, había sufrido una avería justo en el cambio de vía, provocando que el tendido eléctrico se descolgara e incendiara parte del interior del vagón.
El caos inicial se mezcló con la confusión propia de un suceso que descoloca. Humo, gritos, incertidumbre… y entonces, la reacción. El doctor Acero cruzó la calzada, se acercó al tranvía y, tras asegurarse de que no había pasajeros atrapados, se dirigió al extintor que había en el interior del convoy. No servía. Apenas espuma, presión escasa, inoperativo para una emergencia real. Ahí fue cuando comprendió algo que muchas veces se pasa por alto: la importancia vital de que los extintores estén revisados, cargados y listos para actuar.
A día de hoy, resulta ineludible comprar extintores que garanticen eficacia real, no solo para cumplir normativas, sino para proteger vidas.
Un dentista, un extintor y una lección para las licencias de actividad
Fue entonces cuando un segundo ciudadano, director de una sucursal bancaria cercana, llegó al lugar con otro extintor —esta vez funcional—. El dentista volvió a adentrarse entre el humo, apuntó al foco del fuego que descendía desde el techo del vagón, y con firmeza y sin titubeos, logró apagar las llamas antes de que el incidente escalara a mayores. Nadie resultó herido. Nadie salió quemado. Nadie lloró una pérdida.
Pero lo ocurrido dejó un mensaje claro: los equipos de protección contra incendios no son accesorios decorativos. No están ahí por si acaso, sino por si ocurre. Y ocurre. Más veces de las que imaginamos.
Ya sea en un transporte público, en una oficina, en un local comercial o en una clínica dental, la instalación, revisión y mantenimiento adecuado de extintores es un elemento clave para obtener y mantener una licencia de actividad en regla. Es, de hecho, uno de los puntos más valorados en las inspecciones de seguridad contra incendios.
Por eso, a la hora de elegir proveedores y servicios, conviene apostar por profesionales con experiencia en la venta de extintores certificados y homologados.
Del susto a la reflexión: ¿qué hubiera pasado sin extintores?
En menos de cinco minutos llegaron al lugar agentes de la Policía Local y posteriormente los Bomberos. Pero para entonces, el fuego ya estaba sofocado. Lo que no se había disipado aún era el olor a quemado, el humo persistente que se colaba entre las rejillas del tranvía y la preocupación del conductor, visiblemente alterado por lo sucedido.
El dentista, que no necesitó utilizar sus conocimientos médicos, sí aplicó otra clase de vocación: la del compromiso cívico. Pero ni su formación ni su valor habrían bastado sin un elemento básico: un extintor en condiciones.
Lo que ocurrió aquella mañana en Sevilla es mucho más que una anécdota heroica. Es una llamada de atención para ayuntamientos, operadores de transporte, negocios y ciudadanos: los sistemas de protección contra incendios no son un lujo, son una obligación.
De hecho, en el contexto normativo actual, es imposible obtener una licencia de apertura o funcionamiento en sectores como la hostelería, la sanidad o el transporte sin acreditar que se cuenta con extintores operativos y revisados. Este requisito no solo cumple una función legal, sino que representa una garantía de protección colectiva.
En nuestra labor diaria, vemos cómo noticias como esta marcan la diferencia. Es por eso que conviene estar al día y revisar las últimas noticias relacionadas con la prevención de riesgos y las normativas vigentes.
Cuando un extintor salva el día
La historia del dentista sevillano que apagó un fuego con un extintor es, en realidad, un recordatorio urgente: la seguridad depende de estar preparados. No basta con colgar un extintor en la pared. Hay que asegurarse de que funciona. Hay que saber usarlo. Hay que entender que cada segundo cuenta.
Este suceso, que pudo ser una tragedia, se resolvió gracias a dos factores: la rápida intervención ciudadana y la existencia de equipos, aunque mejorables, de extinción de incendios en el entorno. La enseñanza es doble. Primero, que cualquiera puede actuar si está formado o si se atreve. Segundo, que ningún espacio, por pequeño o habitual que sea, debería carecer de extintores en condiciones.
En una ciudad que presume de historia, cultura y vida en la calle, también es momento de presumir de responsabilidad. Porque sí: un dentista apagó un fuego. Pero mañana podría ser cualquiera. Y cuando llegue ese momento, el extintor tiene que estar ahí. Funcional. Cargado. A mano.