Garantiza la seguridad de tu clínica de fisioterapia con los extintores correctos

Garantiza la seguridad de tu clínica de fisioterapia con los extintores correctos

En España, las clínicas de fisioterapia han pasado de ser pequeños espacios de atención personalizada a convertirse en auténticos centros de salud. Y con ese crecimiento, inevitablemente llega la lupa de la normativa de seguridad contra incendios. Porque, seamos claros: de nada sirve tener las mejores camillas, aparatos de electroterapia o lámparas de infrarrojos si el local no cuenta con extintores adecuados y homologados. Las licencias municipales, los seguros y la propia tranquilidad de quienes trabajan y acuden al centro dependen de ello.

Normativa y licencias: un pilar en la gestión de clínicas

Las administraciones no dejan lugar a dudas. Para abrir y mantener una clínica de fisioterapia, es obligatorio cumplir con el Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios (RIPCI). Ambos establecen la necesidad de contar con extintores que no solo estén instalados en número suficiente, sino que además cumplan con una eficacia mínima. No hacerlo significa exponerse a sanciones, pérdida de licencias e incluso la clausura del local.

Por eso, cuando un ayuntamiento exige la instalación de equipos contra incendios, no está pensando en un mero formalismo burocrático. Lo que busca es garantizar que, en caso de emergencia, haya medios efectivos y probados para contener el fuego. Y aquí surge la pregunta crucial: ¿qué tipo de extintores necesita realmente una clínica de fisioterapia?

Antes de responder, conviene recordar que en cualquier trámite para comprar extintor, no basta con fijarse en el precio o en el tamaño. Lo que marca la diferencia es la eficacia inscrita en su etiqueta.

Qué significa la eficacia de un extintor

Cada extintor homologado en España lleva grabado un código formado por números y letras. Este código no es un adorno, sino la medida de su capacidad real para apagar incendios en condiciones de laboratorio. Es la garantía de que, al activarlo, puede responder a un escenario concreto:

  • Número + A: se refiere a fuegos de Clase A, los que afectan a materiales sólidos como papel, textiles, madera o cartón. Cuanto mayor sea el número, mayor superficie de fuego podrá extinguir.
  • Número + B: indica la capacidad frente a fuegos de líquidos inflamables, como aceites, disolventes o productos químicos de limpieza. De nuevo, a mayor número, mayor potencia.
  • Clase C: no lleva número asociado. Se refiere a la aptitud frente a fuegos de gases inflamables.

Por ejemplo, un extintor clasificado como 21A-113B significa que es capaz de apagar un fuego estándar de materiales sólidos de hasta 21 unidades de referencia y uno de líquidos inflamables de hasta 113 unidades. Esta cifra no es arbitraria: responde a ensayos técnicos reconocidos en toda la Unión Europea.

Eficacia mínima exigida en clínicas de fisioterapia

En el caso concreto de las clínicas de fisioterapia, la normativa exige que los equipos instalados tengan una eficacia mínima de 21A-113B. ¿Por qué? Porque en este tipo de establecimientos conviven materiales combustibles (papeles, mobiliario de madera, textiles de camillas o cortinas) con productos inflamables (aceites de masaje, líquidos de limpieza o desinfectantes). A ello se suma la presencia de aparatos eléctricos que, en caso de fallo, pueden convertirse en foco de incendio.

De este modo, un extintor inferior a esa eficacia no solo incumple la normativa: deja a la clínica desprotegida frente a los riesgos más habituales.

Tipos de extintores recomendados en fisioterapia

Existen distintos tipos de extintores en el mercado, y no todos se adaptan igual a las necesidades de un centro de salud. Analicemos los más relevantes:

Extintores de polvo ABC

Son los más comunes en clínicas de fisioterapia porque actúan contra fuegos de tipo A, B y C. Su eficacia típica es de 21A-113B o incluso superior. Su versatilidad los convierte en el aliado básico para cumplir con la normativa y garantizar un primer nivel de seguridad.

Extintores de CO₂

Especialmente útiles en salas donde abundan los equipos eléctricos y electrónicos, como aparatos de electroterapia o sistemas de climatización. Su ventaja es que no dejan residuos tras su uso, lo que evita daños en la maquinaria. No obstante, su eficacia frente a fuegos de Clase A y B es menor, por lo que se recomienda siempre combinarlos con otros tipos de extintores. Una opción habitual es instalar un extintor co2 en zonas técnicas de la clínica.

La normativa como garantía de continuidad

Elegir el extintor correcto no es solo una cuestión de sentido común, sino un requisito legal. Contar con equipos de eficacia probada asegura que, en caso de inspección municipal o revisión por parte del seguro, la clínica no se verá afectada por sanciones ni retrasos en la tramitación de licencias. Al mismo tiempo, garantiza la protección de trabajadores, pacientes y bienes materiales.

Por ello, más allá de la compra puntual, conviene asesorarse sobre las normativas vigentes y sobre la frecuencia de revisión obligatoria de los extintores. Un equipo caducado o sin mantenimiento es, a todos los efectos, un equipo inservible.

Por qué elegir una eficacia superior a la mínima

Aunque la ley marca como referencia el 21A-113B, en muchos casos optar por extintores con eficacia superior —como el 34A-233B— puede ser una decisión estratégica. Si la clínica dispone de varias salas, almacena gran cantidad de productos inflamables o supera los 100 m² de superficie, un margen adicional de potencia puede marcar la diferencia entre un susto y una catástrofe.

Además, en un sector en el que la confianza del paciente lo es todo, no hay mejor carta de presentación que demostrar que la seguridad está cubierta con holgura. Al final, invertir en equipos de máxima eficacia no es un gasto, sino una inversión en tranquilidad y profesionalidad.

La seguridad de una clínica de fisioterapia no se improvisa. Se construye desde el cumplimiento riguroso de la normativa, la instalación de equipos de protección contra incendios adecuados y el mantenimiento periódico de los mismos. Un extintor no se mide por su tamaño ni por su precio, sino por su eficacia real frente al fuego.

Así pues, si queremos que nuestra clínica siga siendo un lugar de salud y bienestar, debemos empezar por lo esencial: garantizar que cada extintor cumple con la eficacia exigida y, si es posible, superarla. Porque, en caso de emergencia, la diferencia entre cumplir con lo mínimo y apostar por la excelencia puede salvarlo todo: licencias, equipamiento y, lo más importante, vidas humanas.